Aquel día me emocioné tanto cuando leí tu mensaje que todos mis problemas desaparecieron por un momento, pensé que quizás era verdad que existía en tu mundo.
Sin embargo, aquel mismo momento en el que no apareciste allí, mi alma se rompió y no sabía cómo hacer para convencerme de que tus palabras eran reales.
Sé que lo hiciste por compromiso, o quizás alguien te dijo que lo hicieras. No tenías por qué hacerlo, podrías haberme dicho la verdad.
Sé que la verdad duele a veces, pero mucho más duele una mentira. Yo creía en ti, de verdad lo hacía. Tus palabras sonaban sinceras, sin embargo ni siquiera te importó.
No creo que nada me haya roto tanto por dentro, ahora sé que se siente al llegar al cielo en años y bajar en segundos. Gracias. Ahora puede que te odie. (Bueno, no)
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